
En el post de hoy trataremos una de las leyendas urbanas que relaciona adicción con depresión, ¿van realmente de la mano? Si te interesa sigue leyendo.
“La depresión es la patología mental no adictiva más frecuente en todas las adicciones, tanto a sustancias como comportamentales. El tipo de adicción depende más de la accesibilidad de la sustancia de abuso que de la depresión en sí misma”. La prevalencia de la depresión entre la población con patología dual en los centros de tratamiento es de entre el 40 y el 60 por ciento.
Pero… ¿QUÉ SE ENTIENDE POR DEPRESIÓN?
“La depresión es una alteración patológica del estado del ánimo con un descenso del humor que termina en tristeza, acompañada de diversos síntomas y signos de tipo vegetativo, emocionales, cognitivos y conductuales que alteran los ritmos vitales y persisten por tiempo prolongado (al menos dos semanas). Con frecuencia tiende a manifestarse en el curso de la vida, con aparición de uno o varios episodios, adquiriendo un curso fásico o recurrente con tendencia a la recuperación entre ellos”. La prevalencia de este problema en la población mundial ha sido analizada en varios estudios y bordea un 9,5% de la población, cifra que se ve aumentada cuando se ve asociada a otras patologías medicas en especial las enfermedades crónicas.
DEPRESIÓN Y ABUSO DE SUSTANCIAS
La depresión es una enfermedad que debe considerarse como un problema de salud pública de primer orden, ya que, en la actualidad, 1 de cada 7 personas que acude a las consultas de Atención Primaria presenta este trastorno y, además, es una de las primeras causas de baja laboral en España y en el mundo.
Los datos revelan que la depresión es más frecuente en las mujeres consumidoras de drogas que en los hombres (mujeres 40% vs hombres 22%), y más frecuente que en las mujeres no consumidoras de sustancias (38% vs 14%).
En su revisión de la relación entre el abuso de sustancias y la psicopatología, Meyer identificó al menos seis paradigmas potenciales incluyendo la posibilidad de que los trastornos psiquiátricos sean una consecuencia o un factor de riesgo para el abuso de sustancias.
La alta incidencia familiar de alcoholismo y depresión, sugiere una tendencia genética común para ambas condiciones.
La investigación de la transmisión genética de ambas condiciones, advierte sin embargo, que el alcoholismo y la depresión son dos enfermedades comunes pero independientes que a veces se dan en una misma familia.
Según la población estudiada en la última década, la incidencia de depresión en pacientes con abuso de sustancias está entre el 6% y 70%.
En una encuesta realizada a 6.355 pacientes adictos a sustancias (población Norteamericana), Gold encontró una incidencia de depresión profunda – crónica – de un 43,7% y una incidencia de depresión sub-clínica de un 9,6%.
La encuesta recientemente publicada por Coexistencia Nacional identifica el predominio de un 19,3% en desórdenes afectivos y de un 14,1% en dependencia del alcohol como dos de los tres diagnósticos más comunes en edades adultas que van de los 15 a los 54 años. (basado en la población de los EEUU)
Debido a estos factores, los profesionales de la salud mental nos especializamos para convertirnos en expertos del diagnóstico y tratamiento apropiado para estos pacientes. Resulta fundamental diferenciar los síntomas del consumo de drogas y de la depresión, y también saber qué sintomas reflejan una enfermedad psiquiátrica independiente y cuáles son secundarias al uso de drogas y alcohol.
El diagnóstico apropiado empieza con un historial preciso. ,Un elemento crítico es determinante para la condición psiquiátrica inicial o primaria: ¿Qué fue primero, la depresión o el uso de drogas?
Es importantísimo realizar un informe preciso de la secuencia de los síntomas para separar los síntomas de una depresión subyacente de los síntomas causados por alcohol o drogas específicas.
Desgraciadamente, es muy difícil reconstruir un historial fidedigno de algunos pacientes. Algunos, debido a la alteración de su cognición podrían no recordarlo y debido a una debilidad cognitiva, negar los hechos, reprimirlos o ser incapaces de dar una versión fiable.
Aun así, se debe conseguir un historial completo y confirmado con información dada por parientes u otras personas importantes en la vida del paciente.
El especialista debe averiguar síntomas depresivos presentes anteriores al uso de cualquier sustancia o durante cualquier otro período pasado sin tomar drogas.
Este historial y observaciones que siguen a las dos o cuatro semanas de abstinencia en la bebida, más que cualquier otra característica relevante del estado depresivo actual, ayudará a aclarar si los síntomas depresivos representan una enfermedad independiente o son tan sólo algo secundario al abuso de drogas y alcohol.
Un historial de depresión en miembros de la familia biológica, aumenta la posibilidad de que el paciente depresivo, adicto a sustancias, además tenga un transtorno afectivo independiente.
Otro dato para poder tener en cuenta es que “el diagnóstico de la depresión dual tiene la complejidad de los efectos farmacológicos de las distintas sustancias de abuso, tanto durante el consumo agudo como en la fase de abstinencia. Esto hace que, en demasiadas ocasiones, haya tendencia a infra-diagnosticar, achacando la depresión al efecto de las sustancias”.
En definitiva, la prevalencia de depresión entre la población adicta es alta y tiende a seguir aumentando.
A lo largo de los últimos 3 años la media de adictos con depresión se sitúa en torno al 18% (14% varones y 26% mujeres). Recordemos que las cifras de prevalencia de depresión para la población general oscilan entre el 2,6 y el 5% en varones y entre el 6 y el 12% en mujeres. También se observa una mayor tasa de suicidios e ideas autolíticas entre adictos con depresión. Entre la depresión crónica y la que sufre una persona que padece de adicción la disforia es el principal síntoma. Además tiene valor predictivo, pues su presencia mantenida es el principal indicador de abandono terapéutico. (La disforia consiste en un estado de malestar mantenido con ánimo apagado, irritabilidad y desasosiego). Otros síntomas serían una mayor carga de impulsividad y ansiedad, un insomnio más anárquico refractario y una anhedonia más nerviosa y displacentera (la del depresivo convencional es desmotivacional y abúlica) Por último cabe reseñar que los adictos tienen una mayor tolerancia farmacológica y una tasa más elevada de resistencia al tratamiento biológico.
Con este post queremos poner de manifiesto la importancia de poder atender la salud mental y no postergar todo aquello que nos haga sentir incómodos. Si tú o alguien de tu entorno está atravesando una mala época y más después de todo el revuelo que ha causado la pandemia del COVID-19, no dudes en poder acercarte a cualquier profesional especializado en salud mental.
Tanto la adicción como la depresión tienen salida, siempre y cuando estén bien atendidas por profesionales del campo.
Tu salud tiene que ser lo primero, ahora y siempre. ¿A qué esperas?
1 Comentario. Dejar nuevo
Muy bueno